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Los conglomerados emocionales

o uniendo las teorías de las emociones en Occidente y Oriente

 

La Medicina Tradicional China considera a las emociones como causantes de enfermedades. En Occidente, la moderna neurociencia y otras corrientes de pensamiento (terapéutico y psicoterapéutico) han llegado a enfatizar la importancia de la capacidad de percatarse de las emociones y las considera importantes para la  homeostasis del sistema y la buena salud psíquica y física de las personas.

 

A primera vista, parece que se contradicen estas dos visiones acerca de la función de las emociones. En Oriente, se entiende que causan enfermedad y, en Occidente, se ha llegado a considerar que el hecho de poder percatarse de ellas, atenderlas y, gestionarlas adecuadamente,  es esencial para gozar de buena salud física y psíquica.; por ello,  se me plantea la pregunta de qué hablan exactamente en cada una de estas corrientes de conocimiento cuando se refieren a las emociones.

La noción de conglomerados emocionales, introducida por Marc Costa[1], nos puede explicar por qué estas dos corrientes no se contradicen en el fondo, sino que hablan de dos aspectos distintos e igualmente importantes en la dinámica emocional del ser humano.

El nombre, conglomerado, ya alude a su contenido: se componen de diferentes ingredientes emocionales, compactados en una mezcla que es difícil de separar.

 

Las emociones, cuando en su origen se producen y aún no están condicionadas por las respuestas del entorno, aparecen de manera espontánea, directamente, de manera ingenua, como respuesta a las necesidades instintivas que tenemos. En un principio, después del nacimiento, estas necesidades instintivas son de sostén, afecto, dedicación y nutrición y las emociones aparecen en respuesta a la manera en cómo se atienden nuestras necesidades. La emociones expresan que tenemos necesidades y cómo nos sentimos según la manera en cómo hayan sido atendidas, por ello, las emociones son un sistema inteligente de procesar información y transmitir necesidades, son una manera primaria de comunicación.

 

Miedo y agresividad, según Costa,  son las emociones primarias que se producen ante la frustración o el rechazo efectuado de nuestras necesidades. Tristeza y alegría se añaden a estas emociones básicas, al tener la vivencia de pérdida y de satisfacción, respectivamente. Éstas cuatro emociones son, según Costa, las emociones básicas y son las que nos avisan cuándo las necesidades de los bebés no están debidamente atendidas. 

 

Si las emociones,  como señales de nuestras necesidades instintivas,  no están atendidas y escuchadas, nuestra manera de expresarnos,  al nivel de la inteligencia emocional instintiva, no se puede desarrollar adecuadamente.  El hecho de que las señales emocionales que hemos dado hayan sido ignoradas o rechazadas, ha hecho que se produzca una segunda reacción emocional ante esta ignorancia o el rechazo, formándose de esta manera los conglomerados de emociones en cuyo fondo se encuentran las necesidades instintivas no atendidas. Entonces,  ya no tenemos que gestionar solamente la necesidad instintiva y la reacción emocional ante esta necesidad, sino también las emociones causadas por el rechazo y/o la ignorancia nuestra en cuanto nos expresamos. Esto,  a menudo,  es una reacción en cadena,  en la cual cada reacción emocional no está entendida ni atendida.

Los conglomerados emocionales producen un estado de confusión,  ya que la necesidad instintiva que está en el fondo queda en un segundo plano y las emociones en juego se bloquean mutuamente, garantizando de este modo, un aparente equilibrio. Este equilibrio, en el fondo, es un desequilibrio, ya que se basa en la insatisfacción de nuestras necesidades. Así comienzan a formarse  las defensas más elaboradas para poder gestionar la falta de atención hacia las necesidades profundas.

 

Ahora bien, cuando en la Medicina Tradicional China se habla de las emociones como causantes de las enfermedades, son justo estas emociones que no se han atendidas y están encapsuladas de emociones secundarias. Así quedan inscritas en el sistema biológico, como patrones de comportamiento emocional que afectan al Qi,  y, con ello, a la salud de la persona.

Si la necesidad instintiva que subyace a la emoción está atendida, el contenido energético de la emoción se disuelve y no se inscribe, no se somatiza en el cuerpo y, cuando no es tenida en cuenta ni reconocida, se inscribe en el cuerpo, en los tejidos corporales, en los órganos, se somatiza la emoción.

 

Las emociones que enferman son las emociones que acompañan los patrones de defensa ante las necesidades profundas no atendidas.

Son entonces éstas emociones encapsuladas en conglomerados emocionales la que afectan al Qi, y al flujo del Qi. De este modo, las emociones que no puedan fluir libremente pueden causar enfermedades.

La manera en cómo se somatiza es justo a través del modo en que una emoción encapsulada en un conglomerado afecta al flujo del Qi. Y esto a su vez produce un patrón de enfermedad específico. 

 

Cuando desde la neurociencia y las corrientes terapéuticas se habla de la importancia de poder percatarse de las emociones para la homeostasis y por lo tanto, para la salud de la persona, se pone en juego la sensibilidad y la responsabilidad que se necesita para poder poner conciencia a las emociones. Sensibilidad y consciencia han de ir juntos. Es el cuerpomente, el cuerpo inteligente. Poner sensibilidad y consciencia en el cuerpo, permite traer luz a los conglomerados para desatascar los bloqueos. El camino es a través de poner consciencia en el contenido energético del conglomerado, tanto físico, como emocional y mental. Esto no es tarea fácil, ya que para ello, se necesita vivenciar corporalmente la conciencia de las necesidades instintivas que han sido acalladas debajo de los conglomerados emocionales y de las defensas. Quien se ha dedicado a esta tarea, por ejemplo en una psicoterapia, sabe que es una tarea que necesita perseverancia, justo porque los conglomerados emocionales son difíciles de ablandar y disolver. 

 

Pero para una buena salud psíquica y emocional, y a medio y largo plazo, también para una buena salud física, es esencial emprender ésta tarea. Traer luz y consciencia a lo que queda en la oscuridad del conglomerado, permite ver y concienciar sus componentes emocionales. De este modo, poco a poco se desenreda el bloqueo y el Qi y las emociones puede empezar a fluir de nuevo, restableciéndose la salud física y psíquica. Cobrando consciencia de estas relaciones psicofísicas, nos permitirá responsabilizarnos de nuestras vidas de otra manera, pudiendo relacionarnos con nosotros mismos y con los demás de una manera más sana y equilibrada. 

 

[1] Costa los llama CEIN: Conglomerados emocionales inhibidores de la necesidad

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